Nacer hombre o mujer implica roles de género específicos y responsabilidades que se perciben como parte de dichos roles, tanto en la familia como en la sociedad. Ante los ojos de mi familia y de la sociedad, yo no era el hombre típico que todos esperaban. Crecer como mujer transgénero fue muy difícil. No era aceptada y sufría maltratos físicos, emocionales y sociales.

Papúa Nueva Guinea es una sociedad dominada por los hombres y ser una mujer transgénero se percibe como algo anormal, que no está en consonancia con las creencias culturales y religiosas tradicionales. Las relaciones entre personas del mismo sexo son ilegales, son un delito que se condena hasta con 14 años de prisión. Las leyes del país y la falta de recursos de transición para personas transgénero me impiden mostrar la persona que realmente soy interiormente.

A los 16 años traté de suicidarme. Me llevaron de emergencia al hospital y los médicos me salvaron. Fue entonces que comprendí que ponerle fin a mi vida no resolvería nada. La única manera de escapar de la injusticia social y el dolor al que me habían sometido era educarme y fortalecerme personalmente. Empecé a estudiar mucho y a buscar oportunidades de empleo. Aunque aún busco estrategias basadas en la fortaleza para mantener mi capacidad de sobreponerme a las adversidades, el odio, el estigma y la discriminación todavía son algo común en mi país. Sigo teniendo mucho cuidado y ejercito mi entereza y fortaleza mental para enfrentar las circunstancias diarias en mi casa, los lugares públicos y el trabajo.

Fui seleccionada para una experiencia de capacitación profesional que me permitió pasar cuatro meses en los Estados Unidos y trabajar para el DBHIDS. Eso me ha dado la oportunidad de cultivar mis habilidades de liderazgo, ampliar mis conocimientos y crear redes de contactos en este país. Siento que he logrado exactamente lo que siempre he anhelado en la vida. En el DBHIDS he conocido personas muy amistosas y culturalmente competentes que me han aceptado tal como soy. Estoy orgullosa y complacida de haber comenzado el tratamiento hormonal. Esto es lo que yo llamo el verdadero recorrido de convertirme en una mujer transgénero. Me siento bendecida.